Periodismo postindustrial: adaptación al presente

Postindustrial

C.W. Anderson, Emily Bell y Clay Shirky
eCícero. 2013
62 páginas

En el marco de las reuniones del grupo GRECO hemos podido debatir sobre la publicación ‘Periodismo Postindustrial: adaptación al presente’, de C.W. Anderson, Emily Bell y Clay Shirky.

Este trabajo, editado por eCícero y que puede descargarse de forma gratuita en diferentes formatos, es un ensayo estructurado en cuatro partes independientes, aunque complementarias, que reflexionan sobre un nuevo periodismo, que deja atrás el modelo industrial y debe avanzar hacia un sistema descentralizado en el que prime el uso de las nuevas tecnologías.

A modo de introducción

El primer capítulo presenta cinco ideas sobre el cambio del periodismo.

1. El periodismo importa: el papel de los periodistas es necesario, para ser más que simples narradores de hechos, y su papel va a cambiar al superponerse con los individuos (multitudes y máquinas), cuya presencia caracteriza el nuevo entorno de la información.
2. El buen periodismo ha estado siempre subvencionado: de forma directa o indirecta, de fuentes públicas o privadas. Las donaciones de los ciudadanos son una subvención igual que lo es un subsidio gubernamental.
3. Internet acaba con el subsidio publicitario: la publicidad se va a reducir en los medios digitales y los editores deberán buscar nuevos modelos alternativos.
4. La reestructuración es, por tanto, forzosa: es necesario producir noticias más barato y esta reducción de costes debe acompañarse de una reestructuración en los modelos de organización y procesos.
5. Hay muchas oportunidades de hacer un buen trabajo utilizando nuevos métodos.

Las dos últimas ideas otorgan más claves sobre cómo puede cambiar el periodismo en esta nueva era postindustrial. Con una reestructuración que implicará repensar todos los aspectos de organización de la producción de noticias: mayor apertura a alianzas, una mayor dependencia de los datos públicos disponibles, el uso cada vez mayor de personas, multitudes y máquinas para producir material en crudo o confiar en máquinas para producir algunos de los productos.

Sobre los periodistas

El segundo capítulo es una reflexión sobre el nuevo papel del profesional en el entorno del ‘periodismo postindustrial’, en el que predominan las nuevas tecnologías. Habla sobre su rol y el cambio en sus rutinas y en su trabajo, en un entorno donde las audiencias y las máquinas han transformado la forma de producir la información.

Este apartado destaca la importancia de encontrar un nicho para publicar información y enlazar -la gran clave de Internet- para que el periodista pueda complementar su trabajo y centrar sus esfuerzos. Lo que el profesor de periodismo Jeff Jarvis describe como “haz lo que mejor sabes hacer y enlaza el resto”.

El capítulo además distingue el papel de las audiencias, las máquinas y los periodistas en este nuevo entorno.

En el primero de los casos, el periodista no es desplazado si no que su papel debe ser el de enfatizar, interpretar y verificar toda la información facilitada por la audiencia a través de los nuevos canales electrónicos. Debe salir de su lista reducida de fuentes y comunicados oficiales u observación esporádica para explorar los flujos de información producidos por el público.

En cuanto al uso de las máquinas y al posible desplazamiento de los profesionales, la obra insiste en que el propósito de la utilización de ‘robots periodistas’ no es otro que facilitar el trabajo de los profesionales. Automatizar la producción de historias ofreciendo datos descriptivos para que el periodista pueda centrarse en tareas más complejas e interpretativas. Además, los autores señalan que los profesionales siempre tendrán una serie de atributos indispensables en el periodismo que las máquinas jamás serán capaces de asumir: responsabilidad, eficiencia, originalidad y carisma.

Sobre las instituciones

El tercer capítulo se centra en el análisis de las instituciones periodísticas, que en la actualidad viven a la vez un momento de catástrofe -debido al cierre de cabeceras, la precariedad laboral o el fin del modelo de negocio- y de renacimiento -con la creación de nuevos medios y herramientas periodísticas-.

Los autores señalan la importancia de las instituciones, capaces de crear patrones estables de comportamiento, y destacan cuatro factores que definen el valor añadido de una institución periodística frente a periodistas individuales unidos pero sin institución: la influencia (de cómo los poderosos se desarrollan con la prensa), el capital simbólico (la reputación), la continuidad (influencia acumulada a lo largo del tiempo) y el margen de maniobra (los nuevos medios viven en permanente austeridad).

Sin embargo, el capítulo también pone en evidencia el hándicap que suponen los CMS para las empresas periodísticas. Con procesos de publicación que impiden gestionar situaciones no previstas, los CSM estructuran las redacciones con un estilo militar, sin flexibilidad. Actualmente las empresas periodísticas pretenden hacer más trabajo con menos recursos, por eso este capítulo insiste en eliminar la idea de la redacción como una cadena de montaje. Los periodistas en la actualidad deben estar preparados para saltarse ese CMS y los medios deben hacer los procesos para crear periodismo más transparente y sistematizable.

Para los autores, las nuevas instituciones en el periodismo postindustrial deberán tener tres características fundamentales: un flujo de trabajo hackeable, institucionalismo en Red y una estructura que demuestre a los profesionales que la adquisición y dominio de nuevas habilidades se valora y se recompensa.

Sobre los ecosistemas

Por último, el capítulo final realiza un análisis del ecosistema que rodea al periodismo y cómo será en esta nueva era postindustrial.

En los medios del siglo XX el modelo era un oleoducto, donde los medios publicaban las noticias y la audiencia, si tenía algo que contar, se tenía que conformar con los espacios que los medios permitían.

Para los autores, muchas instituciones siguen estancadas en este proceso a pesar de que la pasibilidad de la audiencia ha desaparecido. En el nuevo ecosistema del periodismo postindustrial, las organizaciones ya no tienen el control completo sobre las noticias. En ocasiones las fuentes se mezclan con el editor –como el claro ejemplo de Wikileaks- e irrumpen tres categorías, de las que ya se ha hablado en apartados anteriores: los individuos, las multitudes y las máquinas. Todas las fases de la rutina periodística se ven alteradas por las nuevas formas de participación de estos tres actores.

Los medios han podido adaptarse a la lógica p2p de Internet desde 1994, una lógica que va contra sus principios organizativos de producción de noticias.

Recomendaciones, ideas y previsiones de futuro

En este periodismo postindustrial, y a modo de previsión de futuro, los autores vaticinan un mayor consumo de noticias procedentes de más fuentes. Los medios tendrán por tanto redacciones más pequeñas.

La transparencia será la nueva objetividad y existirán organizaciones de medios sin ánimo de lucro impulsadas por comunidades particulares. Los usuarios se reenviarán los materiales más relevantes y los medios deberán aprender a trabajar con esta redistribución. El periodista y las redacciones serán más especializados, ya no será el periodista intercambiable en las funciones. Los experimentos para innovar estarán a la orden del día y se aplicará el periodismo transversal, por ejemplo experto en una temática y transversalmente en una tecnología.

Por último, los viejos medios deberán adaptar a Internet sus operaciones periodísticas y no solo sus balances, aumentar la colaboración y buscar alianzas con otras organizaciones para trabajar en un aumento de la especialización en la cobertura de noticias. Cualquier producto que sea alto en tiempo y bajo en valor deberá automatizarse y los profesionales deben adaptarse a controlar todo tipo de datos y realizar su trabajo con flexibilidad y a través de procesos hackeables.

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