Septiembre de 2017 se presentó con un reto a mayores de los propios (y exclusivos) de la tesis doctoral, ni más ni menos que con la asignación de docencia en Ciberperiodismo. No era la primera vez que me subía a la tarima como profesora, pues ya había impartido un Taller de Manejo de oportunidad y crisis política en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. El contexto, eso sí, ahora se presentaba completamente diferente: el alumnado multiplicaba por tres al del máster mexicano y la asignatura era la misma que yo había recibido solo cuatro años antes, también en la Universidad de Valladolid. Con la vivencia como estudiante tan cercana, ha resultado inevitable comparar y relacionar este primer acercamiento a la experiencia docente se con la del pupitre.