En Brasil se hace cada vez más presente la discusión sobre el control y la participación social. Esto, sin embargo, significa un cambio en la forma en la que los representantes suelen tomar las decisiones. Es decir, los representantes – políticos y burócratas – y, por supuesto, las instituciones tienen que ser permeables a la sociedad.
El vocablo «control» viene siendo utilizado en tierras brasileñas como sinónimo del control de la sociedad civil sobre el Estado (Bravo & Correia[1] 2012, p. 127). En esta concepción el ciudadano es el protagonista en la relación Sociedad – Estado. De manera general, los autores incluyen el control social como parte de la accountability vertical[2]. Con todo, varios autores sustentan que el voto, mecanismo de control disponible en ese nivel de actuación, no es suficiente para hacer que los representantes electos y no electos (burócratas) actúen en el mejor interés de sus representados. Sigue leyendo