Mark Zuckerberg y los millonarios enrollados

Hay bebés que no nacen con una barra de pan debajo del brazo, sino con la hornada entera, y que encima deciden repartirla con el resto del Planeta Tierra. Max Chang Zuckerberg, la primogénita del fundador de Facebook, aún no sabe que su nacimiento ha supuesto una donación del 99% de las acciones de su padre, director ejecutivo de la compañía, a obras benéficas. La fortuna asciende a 45.000 millones de dólares, unos unos 42.000 millones de euros. Vamos, lo que se gasta un vasco en lotería.

Pocos niños y niñas pueden decir que su llegada al mundo supone un altruismo tan considerable, aunque desde luego es mucho más fácil si la cuna de la lactante se encuentra en Silicon Valley que en Níger. En cualquier caso, la pequeña, además de aparecer en el muro de su orgulloso padre, ha protagonizado titulares en todo el mundo, que se han hecho eco de la carta con la buena nueva, publicada (cómo no), en Facebook, y firmada por Priscilla y Mark. ¡Y todo con menos de una semana de vida!

La epístola viene a decir que la calderilla del matrimonio se dedicará a desarrollar el potencial humano y promover la igualdad mediante la cura de enfermedades, la construcción de comunidades fuertes o el aprendizaje personalizado. Todo ello, a través de la Chan Zuckerberg Initiative. Si por el nombre no había quedado claro quién ha fundado la organización, solo hace falta ver su página (sí, de Facebook).

En vista de todo esto, nadie puede decir que Zuckerberg no mola. Es vegetariano, tiene una familia interracial, cede el primer apellido a su mujer, viste con camiseta, vaqueros y incluso a veces aparece con chanclas. Vale, tiene una película que no lo trata especialmente bien, pero por entonces Fincher no sabía que iba a donar 42.000 millones de euros a la beneficiencia.

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Mark Zuckerberg y Priscilla Chan con la criatura, fomendando que no se haga de letras o algo peor. Fuente: Facebook.

A mí, particularmente, esa noticia y los adjetivos que acompañan a sus protagonistas no dejan de recordarme a Enjuto Mojamuto en Mira quién se queja y su pequeña contienda con Internet Explorer (perdón: Internet -plorer).

Enjuto Mojamuto: Pues Bill Gates tiene papada.

Internet -plorer: ¡No tiene papada, y es un filántropo!

Enjuto Mojamuto: Seguro que algo se lleva…

Internet -plorer: ¡Que te calles!

 

«Seguro que algo se lleva…», dice Enjunto. Y no está solo en lo que a escepticismo se refiere sobres estas labores tan altruistas. Robert W. McChesney, de la Universidad de Illinois, considera que los cambios en las generaciones futuras gracias al dinero de los empresarios «enrollados» de Internet, por mucho que Zuckerberg lo tenga tan claro en la carta a su hija. Y así se posiciona en Desconexión digital (2013:48):

Para empezar, ya es bastante discutible que los multimillonarios tengan tanto poder de decisión sobre los excedentes del planeta; no hay ninguna prueba de peso para decir que, ahora que son tan simpáticos, se han vuelto notablemente altruistas y visionarios, ni de que estén suministrando unos servicios públicos mejores que los que hubieran podido ofrecer unos gobiernos democráticos que tuvieran acceso a los mismos recursos.

 

La premisa de McChesney es clara, Zuckerberg parece preocupado por la investigación biomédica, y en su carta señala lo siguiente: «Considera la posibilidad enfermar. Hoy, nuestra sociedad gasta aproximadamente 50 veces más en tratar a las personas que están enfermas de lo que invierte en la investigación para prevenirla». ¿Sería posible que la Administración pública gestionara todos esos millones de euros equivalentes al 99% de las acciones en Facebook en I+D+i, si los tuviera? Pues nunca se sabe, pero desde luego parece más oportuno exigírselo a una institución democrática que a una entidad privada.

Pero además, continúa McChesney, estos empresarios procuran lograr el máximo número de beneficios aunque ello suponga una (inevitable) confrontación con otros gigantes digitales. Curiosiamente, Enjuto también coincide con el teórico este punto: justo después de que -plorer le mandara callar, le recuerda: «¿Y la multa que os ha puesto la Comisión Europea, de 600… millones de dólares, ¿eh? Que eso no es una multa de la zona azul». El personaje animado se refiere a la sanción del Tribunal de la UE a la compañía de Bill Gates por prácticas monopolísticas.

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Enjuto Mojamuto, también conocido por su famosa frase «Interneee». Fuente: RTVE.

Según McChesney (y se intuye que también según Enjuto) para ganar 42.000 millones de euros hace falta más que una idea brillante. Es necesario, dice el profesor de la Universidad de Illinois, que se dejen de lado los «escrúpulos» relativos al mercantilismo, la evasión fiscal o la privacidad. Y es vox populi que Facebook tampoco es amigo de la protección de datos, más bien todo lo contrario.

Un estudio de 2015 firmado por Jennifer Shore y Jill Steinman y titulado Did You Really Agree to That? The Evolution of Facebook’s Privacy Policy señala que la red social es cada vez menos proclive a explicar qué datos tiene de sus usuarios y usuarias, y permitir a estos mantener control sobre su información.

Zuckerberg sin lugar a dudas es un tipo enrollado, ¡si hasta lleva chanclas! Pero eso no quita, según las autoras (quienes comparten alma máter con el CEO de Facebook, por cierto: la Universidad de Harvard), que no le gusten tanto los Términos y Condiciones de Privacidad, los cuales, desde 2005, han ganado un oscurantismo creciente, más beneficioso para gobiernos solicitantes de datos y publicitas que para la sociedad. La misma que por otra parte acaba de recibir 42.000 millones de euros por el nacimiento de Max Chan.

McChesney propone reflexionar sobre si el dinero destinado al altruismo por parte de estas compañías es o no superior al beneficio civil derivado de una mejora de las prácticas que llevan a las compañías a generar sus ingresos. Enjuto lo tendría claro: son un 99% de acciones menos para Zuckerberg , pero parece que algo se lleva.

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